Querida amiga;
Escribo estas letras por pura necesidad. La necesidad que me empuja a decirte lo mucho que me haces falta en mi vida. La necesidad de seguir perteneciendo, de algún modo, a la tuya.
Aún recuerdo el día que nos conocimos. Fue un día cualquiera, pero fue el mejor de mi vida. ¡Éramos tan jovenes!
Aún resuenan las risas en mi cabeza cuando recuerdo momentos que vivimos, y sin darme cuenta, se me escapa una gran sonrisa que decora mi cara.
Muchas veces no somos conscientes del paso del tiempo, y es que la memoria es el mejor álbum de recuerdos que existe. En mi mente sigues siendo aquella chiquilla que me hacía reír con nada y con la que me encantaba pasar las horas pérdidas.
Muchas veces añoro aquellas chiquillas que fuimos. Añoro la capacidad que tenían de sacar un rato para estar juntas. Añoro los planes que nacían de la nada. Aquellas chiquillas no buscaban días para verse, buscaban el modo vivir aventuras juntas. Añoro la naturalidad de todos sus movimientos, sin pararse a pensar demasiado en las consecuencias.
Por aquella época lo más que nos importaba era como conseguir más tiempo para estar juntas. Rascar una hora más al reloj de nuestros padres, hacer magia para que un día cualquiera se convirtiese en un día inolvidable, un día con momentos que, sin saberlo, marcarían nuestros calendarios y formarían parte de nuestros álbunes, de nuestras memorias.
Algunas veces me empecino en recuperar lo que fuimos.
Me olvido que el tiempo pasa para todos ¿y lo que fuimos...? Lo que fuimos pasó junto al tiempo.
Ya solo queda trabajar en lo que somos, día a día.
Querida amiga, la vida nos puso un puente entre tu vida y la mía para que lo crucemos siempre que nos necesitemos, en las buenas y en las malas, y no lo dudes, siempre me encontrarás aquí.
Para ti, mi petarda.
Orgav
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