EL OGRO Y LOS SIETE CABRITILLOS
Este cuento es propiedad de Orgav (Verónica Orozco)
¿Conocéis la historia de los siete
enanitos de blancanieves? ¿Sabéis que les pasó un día cuando aun
eran pequeñitos? Pues yo os la voy a contar.
Era se una vez, porque solo pasó una
vez, en un pueblo rodeado por montañas, vivían siete enanitos
junto a su mamá. Los siete enanitos eran conocidos en el pueblo por
los siete cabritillos, les llamaban así porque eran muy nerviosos.
Los siete enanitos vivían en una casa muy grande. En la planta de
arriba había siete habitaciones con siete camas y en la planta baja
estaba la cocina, la habitación de mamá y el salón. En el salón
había una gran mesa presidida por una gran silla, la de mamá y
siete sillas más pequeñas. En el jardín había una piscina con
siete flotadores y en el trastero se podían ver siete bicicletas de
muchos colores.
Todos los días, al regresar del
colegio, los enanitos hacía lo mismo, les daban un beso a su mamá,
subían sus maletas a sus habitaciones, hacían una cola ordenada
para entrar al baño a lavarse las manos y luego ayudaban a mamá a
poner la mesa. Cuando terminaban la comida, los siete enanitos hacían
sus deberes y cuando los deberes estaban terminados... ¡¡Todos al
jardín a jugar!! era el mejor momento del día, unos se bañaban en
la piscina, otros hacían carreras con la bicicletas y otros jugaban
a la pelota.
Pero un mal día, estando mamá en el
mercado escuchó al carnicero decirle al pescadero:
-¿Te has enterado de la última
noticia?- decía el carnicero.
- ¡No! Cuenta cuenta... decía el
pescadero muy integrado.
- Me he enterado que el Ogro del saco
ha llegado a las montañas y que viene a llevarse a los niños...
-¿Cómo...? - exclamó el pescadero
muy sorprendido- ¡Pero eso no puede ser!, tenemos que impedir que
se lleve a los niños, ¡Hay que cazarlo!- dijo el pescador muy
enfadado.
La mamá de los enanitos se asustó
tanto que dejó caer toda la compra al suelo a la vez que decía:
- ¡El Ogro del saco! Seguro que querrá
llevarse a mis cabritillos...- dijo la mamá muy asustada- tengo que
ir a casa y avisarles para que estén atentos.
Cuando la mamá llegó a la casa se
encontró a los siete enanitos jugando en el jardín y ella al verlos
se asustó tanto y les dijo:
- ¡Niños, niños, todos dentro de
casa por favor! ¡Rápido!- gritaba la madre muy nerviosa.
Los enanitos que eran muy obedientes,
al ver a su mamá, dejaron sus juguetes y entraron uno a uno en la
casa. Una vez dentro, se sentaron en el sillón mientras mamá
cerraba la puerta con llave y con cerrojo. Los enanitos al ver a mamá
tan nerviosa le preguntaron todos juntos
- ¿Qué ocurre mamá?
- Cabritillos, escuchad atentamente,
por favor.- decía la mamá mientras intentaba tranquilizarse- tenéis
que tener mucho cuidado y no salir de la casa si yo no estoy con
vosotros, puede ser muy peligroso, el Ogro del saco ha venido al
pueblo y está dispuesto a llevarse a los niños. Vosotros sois
muchos y yo os quiero a todos por igual, no quiero que os pase nada
a ninguno, necesito que me hagáis caso hasta que el Ogro se marche o
lo consigan cazar, no salgáis nunca solos y no abráis jamás la
puerta si no soy yo.
- No te preocupes mamá, nosotros no
saldremos, jugaremos en casa y no abriremos la puerta a nadie- dijo
uno de los enanitos mientras los demás decía que sí con la cabeza.
- Gracias mis niños- dijo la mamá muy
agradecida- se me ocurre una idea, si el Ogro llama a la puerta y
dice que le abráis, fijaos que su voz es ronca y no es tan fina
como la mía.
-¡Es verdad, es verdad!- decían los
enanitos muy contentos, menos uno de ellos que se quedó sentado con
cara muy seria. Este cuento es propiedad de Orgav (Verónica Orozco)
- ¿Qué te ocurre mi cabritillo?- le
preguntó mamá
- ¿Y qué pasa si el Ogro del saco nos
engaña con poniendo la voz fina?- dijo el enanito.
- No te preocupe mi cabritillo, si eso
ocurre sólo le tenéis que hacer una pregunta cuya respuesta sólo
la se yo. Debéis preguntar al ogro ¿cuál de todos vosotros es mi
preferido? El ogro seguro que dice alguno y vosotros sabéis muy bien
que yo no tengo preferido, que yo os quiero por igual. ¡Todos soy
mis cabritillos preferidos!- dijo mamá muy contenta a la vez que se
acercaba a los enanitos y les daba besos y abrazos- si hacéis todo
esto que os digo, seguro que el ogro se irá y no volverá.
Durante los días siguientes la mamá
llevaba y recogía a los enanitos del colegio y mientras estaban en
clase iba a hacer la compra. Por la tarde estaban todos juntos en
casa.
Un día, estaba mamá preparando una
tarta de manzana para merendar y se dio cuenta que no tenía
suficientes manzanas para la tarta y decidió salir a comprar más.
Se acercó al salón donde estaban los enanitos y les dijo:
- Mis cabritillos, necesito salir un
momento al mercado, me hace falta comprar unas manzanas para la
tarta. ¿recordáis lo que os dije que había que hacer si venía el
Ogro del saco?- preguntó mamá algo preocupada.
- Si mamá- dijeron todos a la vez-
fijarnos en su voz que no será fina como la tuya- dijo uno de ellos.
-Y si tenemos duda con la voz, le
hacemos la pregunta ¿cuál de todos nosotros es tu preferido?- dijo
otro de los enanitos.
- Eso es, mis lindos cabritillos. Lo
más importante de todo es que no abráis la puerta a nadie salvo que
sea yo.- aclaró la mamá mientras abrazaba a sus pequeños- bueno,
me voy al mercado, no tardaré.- dijo mamá mientras salía.
Los enanitos cerraron la puerta con
llave y cerrojo. Mientras, fuera de la casa, escondido entre unos
grandes setos estaba el ogro esperando su oportunidad. Todos los días
se escondía allí y veía lo que hacía los enanitos esperando que
algún buen día la mamá los dejase solos.
- ¡Qué ganas tengo de poder coger a
estos cabritillos! Son muy pequeños pero son siete... ¡umm... todo
un festín ! ¡jajaja!- se reía el ogro imaginando que los atrapaba.
Y así fue, aquel día el ogro vio como
la mamá de los enanitos se marchaba, su gran día había llegado.
Esperó un buen rato para acercarse a la puerta y llamar.
- ¡Pom, pom!- llamó el ogro.
- ¿Quién es?- contestaron los
enanitos desde el salón.
- Abrir la puerta que soy mamá- dijo
el ogro con su monstruosa voz.
Al escuchar aquella voz, los enanitos
se asustaron y se pusieron muy nerviosos
- ¡Es el ogro, es el ogro!- gritaba a
media voz uno de los enanitos.
- ¿Qué vamos a hacer?- preguntaba
otro de los enanitos medio llorando y muy asustado.
- No os preocupéis hermanos- dijo el
enanito más mayor- el ogro está fuera de casa y si nosotros no le
abrimos la puerta no podrá entrar.
- ¡Es verdad!- dijo uno de los
enanitos de los más pequeños- ese ogro malo no puede entrar, ahora
verá- dijo el enanito mientras se acercaba a la puerta.- ¡Oye ogro
malo, sabemos que eres tu! Que sepas que nuestra mamá tiene una voz
más fina que la tuya, la tuya es muy fea y suena mal.
El ogro al escuchar aquellas palabras
se dio cuenta de lo que pasaba, los enanitos no le iba a abrir la
puerta si hablaba con su voz fuerte y decidió marcharse, ya volvería
otro día.-¡Muy listos sois vosotros! Pero ya
volveré otro día, cuando no os lo esperéis y entonces ¡os cogeré
a todos. Jajajja!- dijo el ogro antes de marcharse. Este cuento es propiedad de Orgav (Verónica Orozco)
Al poco rato, mamá volvió del mercado
y llamó a la puerta.
- ¡Pom, pom!
- ¡Fuera ogro malo, ya te hemos dicho
que no te vamos a abrir!- gritaban los enanitos desde el salón.
- ¡Hijos, soy mamá, abrid la puerta
por favor!- dijo la madre muy asustada.
-No nos engañas ogro, aunque tengas
esa voz fina sabemos que eres tu.- dijo el enanito mayor- si eres
mamá di, ¿cuál de nosotros es tu preferido?- preguntó el enanito.
- Mis cabritillos, abrid que soy yo, ya
sabéis que yo os quiero a todos por igual.- dijo la mamá muy
contenta de ver que su hijos sabía como defenderse.
- ¡Es mamá, es mamá!- gritaban los
enanitos mientras abrían la puerta a su madre y le daban un gran
abrazo.
Aquella tarde los enanitos y mamá
prepararon una gran fiesta para celebrar que el ogro no consiguió
entrar en la casa y que estaban todos muy bien. Mamá se sentía muy
orgullosa de sus hijos y pensó que podía dejarlos alguna vez solos.
Los días pasaban y el ogro no volvió
a aparecer. Una mañana de sábado la abuela llamó a casa y le pidió
a la mamá de los enanitos que fuese a ayudarle porque se encontraba
mal.
- Mis cabritillos, tengo que ir a casa
de la abuela, está un poco enferma y voy a ayudarle. Ya sabéis que
no debéis abrir la puerta a nadie, solo a mi.
- No te preocupes mamá, vete
tranquila- dijo uno de los enanitos.
La mamá de los enanitos salió de la
casa y se fue a casa de la abuela, por el camino, sin darse cuenta,
el ogro la vio pasar y se dio cuenta de que los enanitos estaban
solos.
- Mira que bien! Los enanitos están
por fin solos en casa- dijo el ogro muy contento- voy a hacer unas
gárgaras con zumo de limón y verán esos cabritillos que voz más
fina tengo.
Y eso hizo el ogro, se preparó el zumo
de limón y estuvo haciendo gárgaras hasta que la voz se le puso muy
fina, entonces sin perder mucho tiempo se fue a casa de los enanitos.
- ¡Pom, pom! Este cuento es propiedad de Orgav (Verónica Orozco)
- ¿Quién es?- dijo uno de los
enanitos
- ¡Abre hijo mio, soy mamá!- dijo el
ogro con voz muy fina, tan fina que parecía la voz de mamá.
- ¡Es mamá, es mamá!- dijo el
enanito muy contento.
- ¡Espera! No abras, ¿y si no es
mamá? ¿y si es el ogro?- le interrumpió uno de sus hermanos.-
mejor será que le hagamos la pregunta para quedarnos más
tranquilos. ¿Oye mamá, nos puedes decir cuál de nosotros es tu
hijo preferido?- dijo el enanito.
- ¿Mi preferido.... ?- dijo el ogro
con voz suave y muy dudoso- pues... mi hijo preferido es el más
chiquitín, ¡es tan pequeñito!- dijo el ogro mientras se frotaba
las manos pensando que había dicho la respuesta correcta.
- ¡Fuera ogro malo, fueraaaa!-
gritaban los enanitos- sabemos que eres tu, mamá nos quiere a todos
por igual, todos somos sus preferidos, ¡fueraaaa!- decían los
enanitos riéndose del ogro.
El ogro muy enfadado decidió
marcharse, los enanitos otra vez le habían descubierto. Se quedó
escondido entre los setos esperando a que apareciera la mamá de los
enanitos, pensó entrar cuando ella llamara a la puerta y cogerlos a
todos. Estuvo esperando mucho rato y al ver que no venía la madre se
le ocurrió la idea de volver a llamar a la puerta, quizá con el
tiempo que había pasado los enanitos pensaría que era su madre.
- ¡Pom, pom!
- ¿Quién es?- dijeron los enanitos.
- Hijos abrid la puerta, soy mamá-
dijo el ogro con una voz muy suave.
- Vale, pero primero tienes que decir
cual de nosotros es tu hijo preferido- dijo uno de los enanitos
pensando que era su madre.
- Hijo yo os quiero a todos por igual,
todos sois mis preferidos, ¡anda se bueno y abre la puerta!- dijo el
ogro que esta vez había sido muy astuto.
- ¡Es mamá, es máma!- gritaban los
enanitos muy contentos al escuchar la respuesta. Uno de los enanitos
abrió la puerta y el gran ogro entró.
- ¡Socorro, socorro! ¡El Ogro del
saco, socorro! - gritaban los enanitos corriendo por todas partes
mientras el ogro intentaba atraparlos y meterlos en el gran saco.
El ogro cogía a los enanitos y los
metía en el saco y los iba contando. Mientras, los enanitos que
estaban en el saco intentaban escaparse y alguno lo conseguía. El
ogro empezó a liarse, ya no sabía cuantos enanitos había cogido.
Uno de los enanitos se escondió en la despensa, estaba muy asustado
y no quería que el ogro le cogiera. El ogro pensaba que tenía a
todos los enanitos pues no veía a ninguno por la casa.
- ¡jajajaja!- se reía el ogro muy
contento- ¡Se creían estos enanitos que no les iba a atrapar !- y
se marchó corriendo por el bosque a las montañas.
Cuando la mamá llegó a la casa, se
encontró la puerta abierta y toda la casa desordenada y lo peor de
todo era que sus hijos no estaba por ningún lado.
- ¡Hijos, hijos! ¿Pero qué ha
pasado?- gritaba la pobre madre llorando y sin saber nada- ¿Hijos
míos dónde estáis?- gritaba desesperada.- Seguro que ha venido el
ogro- decía la mujer llorando.
- ¿Mamá, eres tu mamá?- decía el
enanito desde la despensa.
La madre que escuchó la vocecita del
enanito fue a buscarlo.
Este cuento es propiedad de Orgav (Verónica Orozco)
- ¿Hijo, dónde estás?- decía la
madre.
- ¡Estoy en la despensa!- gritaba el
enanito- ¡el ogro mamá, el ogro ha entrado!
- Hijo mió- dijo la madre al ver al
enanito en la despensa, lo cogió entre sus brazos y se lo llevó al
salón- hijo, ¿cómo ha entrado el ogro? ¿y la voz? ¿y la
pregunta?- le preguntaba su madre.
- ¡Mamá nos engaño, mamá!- decía
el enanito- cambió su voz y sabía la respuesta a la pregunta.
¡Creíamos que eras tu! ¡Nos engañó! ¡y se ha llevado a mis
hermanitos.!- dijo el enanito llorando.
La mamá de los enanitos se fue a
buscar a sus vecinos para que les ayudara, les contó lo ocurrido y
salieron a buscar al ogro. Todos salieron con antorchas y palos por
si lo encontraba, se fueron por el bosque y por las montañas.
Después de mucho andar la mamá y un grupo de vecinos llegaron a una
cueva en las montañas, entraron en ella y vieron al ogro en un
rincón durmiendo y en el techo un gran saco que se movía. A la
mamá de los enanitos se le ocurrió una idea, mandó a los vecinos a
ir a por piedras mientras ella intentaba sacar a sus hijos del saco
sin hacer ningún ruido.
La mamá abrió el saco y le dijo a sus
hijos:
- ¡Suuuu, silencio! ¡No hagáis ruido
que el ogro está dormido!- dijo la madre intentando tranquilizar a
sus hijos que estaban muy nerviosos y muy contentos de ver a su mamá.
- ¡Mamá, el ogro nos ha cogido!- dijo
uno de ellos muy bajito.
- No te preocupes que le vamos a dar un
escarmiento- dijo la madre para tranquilizarle.
A poco rato llegaron los vecinos cada
uno con una piedra grande. La madre les dijo que las metieran en el
saco y entre todos la volvieron a colgar en el techo. Cuando
terminaron todos se marcharon a sus casas. Mientras, en la cueva, el
ogro se despertó con mucha mucha hambre...
- ¡Qué hambre tengo! Ya es hora de
comerme a alguno de esos enanitos.- dijo el ogro mientras buscaba un
cuchillo que estaba entre las rocas- seguro que están dormidos
¡jajjaja!, me los comeré sin que se enteren ¡jajjjaja!- se reía.
El ogro cogió el cuchillo, se puso
debajo del gran saco y con el cuchillo hizo un corte para dejar caer
lo que el creía que eran los enanitos pero para sorpresa del ogro
no eran enanitos sino grandes piedras que le cayeron en la cabeza. El
ogro se llevó un gran susto, las piedras le golpearon y le
rompieron un brazo y un pié y una de las piedras le dio en la boca
y le rompió todos los dientes. Tal fue el susto y el dolor que
aquello le produjo que salió corriendo cojeando y cruzó por el
pueblo chillando y llorando:
- ¡Mis dientes, me he quedado sin
dientes!¡Ya no podré comer nada! ¡No volveré jamás por aquí!-
gritaba el ogro.
Los vecinos al escuchar el ruido
salieron a ver que pasaba y vieron como el ogro se iba corriendo y
todos empezaron a aplaudir muy contentos.
Y así fue como en un tranquilo pueblo
rodeado de montañas volvió a la normalidad y todos sus vecinos
junto con los siete enanitos y su mamá vivieron a ser felices para
siempre sin ningún ogro que les molestara.
Fin
(Orgav) Este cuento es propiedad de Orgav (Verónica Orozco)
Con este cuentos, los niños adquieren ciertos valores como el respeto, el amor y el cariño a sus superiores, el beneficio de ser obediente, fomenta el trabajo en grupo y aporta como lectura "que a las personas malas les pasan cosas malas.".
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