Qué no pretendo gulusmear,
los platos que el destino me sirva.
Pues que de preferir, prefiero,
de su inesperada cata.
Y mientras se preparan,
los reclamo a mi guisa
y me mantengo en el echadero,
y desde mi estado de ensueño,
sólo cruzo mis dedos,
para formular en deseo,
que el menú que en presente me sirva,
no sea demasiado gargantil...
- le suplico al destino, eso sí,
sin hacer el menor esfuerzo.
Orgav
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