- ¡¡Yoli, ha venido a buscarte Javier!!
- Ya voy mamá.
Madre mía, los nervios
se me han cogido en el estómago. ¡Y yo aquí jugando con mis
barbies! La verdad es que hace poco que mis padres me regalaron la
super caravana que junto con la mansión... es difícil no ponerse
a jugar. Tengo que darme prisa, me pondré un chaquetón y luego
recogeré todo esto.
- Ya voy mamá- dije mientras bajaba las escaleras- por favor, no entres en mi cuarto que después lo recojo, cuando vuelva. ¡Te lo prometo!- le dije al verla de pie en la puerta con los brazos cruzados y con su cara de “¿estará todo recogido no?
- Esta bien, pero después no quiero escusas, si tu no lo recoges, sabes que lo haré yo y si eso llega a pasar... ya sabes donde irán tus cosas... Derechitas a la basura. ¡Anda, pásalo bien!
- Vale mamá, no te preocupes, volveré pronto- le dije a la vez que apretaba un beso en su cara delgada. ¡Dios, como quiero a esta mujer!
Javier esta guapísimo.
Lleva esos vaqueros que tanto me gustan, le quedan muy chulos y le
hacen un culito perfecto. Se ha puesto la sudadera que le regalé en
su cumpleaños, ¡jo, me costó la paga de tres semanas! Pero mereció
la pena. ¡Y ese pelo despeinado! Menos mal que me hizo caso, no le
pegaba ir tan repeinados. ¡Qué guapo está! Lo que me lleva a
preguntarme si estaré bien, la verdad es que no me he arreglado
mucho.
- ¡Qué guapa estas Yoli!- dijo Javier.Me sorprendió diciéndome estas palabras. Siempre he creído que Javier era capaz de leerme la mente ¿tendrá super poderes? ¡jajaja!. Este pensamiento no me permitió decir palabra alguna, me limité simplemente a sonreír.
Me siento muy nerviosa. Javier y yo somos amigos desde pequeños. Nos
conocimos en el colegio, en infantil de tres años y desde entonces
siempre hemos estado juntos. Pero hace un mes me pidió salir, me
dijo que si quería ser su novia. Me asusté mucho cuando me lo
pidió, no sabía muy bien que significaba ser la novia de un chico.
Creí que iba a ser diferente pero la verdad es que es lo mismo que
cuando simplemente eramos amigos, solo que ahora lo veo guapísimo,
antes no me había fijado en él. Desde entonces, cada vez que
salimos me atrapan los nervios. Cuando se que va a venir a verme,
ese día no puedo ni comer, noto algo raro en mi estómago.
- ¿A dónde quieres ir? ¿Vamos al parque?- me preguntó. Nuevamente volvía a interrumpir mis pensamientos.
- ¿Al parque?, vale está bien. Me gusta la idea- le dije mientras volvía a sonreír como una tonta.
- ¿Te puedo coger la mano?- me dijo.
- En... bueno, vale- le dije. ¡Increíble, me va a dar la mano! ¡Madre mía! Espero que no me suden mucho, cuando me pongo nerviosa me suele pasar.
- ¡Madre mía, tienes la mano helada!- dijo Javier.
- ¡Si! No se, la verdad es que no tengo frío- me sorprendí diciendo.¿Qué no tengo frio? Estoy congelada. Creo que eran los nervios los que me tienen así. Cuando Javier me ha dado la mano... ¡ha sido impresionante!. Tiene la mano super calentita y como es tan grande envuelve la mía dentro de la suya. De pronto he empezado a sentir como su calor se adentra por mi piel y poco a poco el frio de mi cuerpo ha ido desapareciendo ¡Qué sensación tan agradable! Jamás pensé que me fuese a gustar tanto dar la mano a un chico. La verdad es que siempre se la he dado a mis padres pero la sensación no tiene nada que ver con la estoy experimentando.
Hemos
llegado al parque y estamos paseando por los caminos que marca la
arboleda. El aire me parece diferente, todo huele muy bien, a
naturaleza. El paisaje está precioso. En el horizonte se ve el
estanque con los patos que parecen estar pegados en su superficie. El
sol empieza a descender y está precioso con esos colores cálidos,
entre rojo, naranja y algún toque de amarillo..Del estanque a
nosotros viene un camino que tras haber llovido emana un olor a
tierra mojada. ¡Me encanta ese olor! me recuerda a mi abuelo, lo
tengo asociado a él. Antes de que muriese salía muchas veces a
pasear con él y este olor era muy característico de aquellos
momentos. A cada lado del camino nos acompañaban una gran cantidad
de árboles que parecen saludarnos. A sus pies hay una alfombra
marrón de hojas secas. Este entorno es toda una maravilla de la
naturaleza.
No
se muy bien cuando empecé pero me sorprendido hablando con Javier. A
pesar de estar embelesada con el paisaje he empezado a hablar como
una cacatúa, le he hablado del colegio, de mis amigas, del problema
que tiene padre en el trabajo, de mi hermano Toni y sus tonterías...
y todo ello con mi mano aferrada a la suya. Cuando me he dado
cuenta, me he visto gesticulando con mis brazos y el suyo se movía
junto al mio. ¡Qué vergüenza! No he tenido que hacer un gran
esfuerzo para quedarme otra vez en silencio. Creo que los nervios me
están jugando una mala pasada.
Hemos
llegado a una casilla que está junto al estanque. Buscamos su pared
más secreta, aquella que está escondida a la vista de cualquiera,
desde ella tenemos una buena vista del estanque. El silencio nos
acompaña desde hace un buen rato. Aquí estamos los dos, apoyados en
la pared mirando el paisaje y cogidos de la mano. De pronto Javier me
ha soltado la mano. ¿Pero dónde va? Le veo que se sienta en el
césped seco que hay entre medio del estanque y la casilla. Se
vuelve, me mira y con su mano me hace el gesto de que le
acompañase. ¡Dios, que guapo es! Y tras este pensamiento que me
hace sonreír, me siento a su lado. El suelo estaba frío y lleno de
hojas secas pero la vista era preciosa y la compañía mejor. ¡Dios,
qué feliz soy de estar aquí!.
Javier
me ha echado su brazo por encima de cuello y ha atrapado mi hombro
con su mano. No lo he podido evitar y le he mirado y sonreído. No
sabía que otra cosa hacer. La verdad es que no se ni que hacer con
mis manos, es como si me sobrasen. Se me ha ocurrido cambiar de
postura, he recogido mis piernas, llevando mis rodillas al pecho y
he entrelazado mis brazos y mis manos al rededor de ellas, así me
siento más cómoda.
El silencio sigue entre
nosotros. De pronto es Javier quien rompe el silencio hablándome
de una vez que estuvo en este parque con sus padres y lo bien que lo
pasó. También me contó que después había venido más veces pero
con unos amigos que viven en la otra parte de la barriada. Yo le
escucho en todo momento y me doy cuenta de que no soy capaz de
mediar palabra. Por alguna razón, el tenerle tan cerca, pegado a mi,
me hace enmudecer. Me limito simplemente a sonreír mientras me
pierdo pensando en lo guapo que es. De pronto la duda me golpea, ¿me
pregunto que estará pensando de mi? ¿creerá que soy una niña
tonta? ¡Vaya! Este pensamiento me ha deja descolocada. Imagino que
si tuviera super poderes como dije antes, ahora tenía que decir algo
sobre mi. Me quedo mirándole a la espera de algún comentario pero
nuevamente es el silencio el que nos acompaña. Supongo que esto es
lo que confirma que no los tiene.
Javier
ha quitado su brazo de alrededor de mi cuello y ha copiado mi
postura. No se muy bien que pensar. ¿Se habrá enfadado? ¿Creerá
que soy una niña tonta o algo así? Esta duda me está volviendo
loca. Empiezo a sentir un frio espantoso. Noto como sube por mi
espalda y llega a mi nuca y mi cabeza. ¡Bruu! Me estremezco y mi
cuerpo empieza a temblar. Los ojos se me están llenando de
lágrimas. No se si es el frío o esta sensación tan
desconcertante, tengo ganas de llorar. Me da vergüenza que Javier me
vea así, no quiero que me vea llorar. Si, ya se que me ha visto
antes muchas veces, pero no es lo mismo, ahora somos novios... no sé,
no lo puedo explicar pero no quiero que me vea. Para evitarlo he
metido mi cara entre mis brazos que están abrazados a mis piernas.
¿Pero qué me está pasando?
He
escuchado a Javier levantarse y andar. Levanto la cabeza para verle.
Ahora está al pie del estanque. Vuelvo a esconder mi cara entre los
brazos. Esto no me está haciendo bien, ¿qué le pasa? ¿y qué me
pasa a mi? No entiendo muy bien que es lo que me pasa, solo se que
quiero que esté junto a mi pero tengo la sensación de que algo le
ha alejado. Me siento solo, ¡Ojalá estuviera en casa con mamá!
Ella sabría que decirme.
Javier
regresa, escucho sus pasos acercándose. Pero me siento tan extraña
que no quiero mirarle. Creo que mejor me quedaré así. Al menos se
ha vuelto a sentar junto a mi, me quedo más tranquila.
¡¡Impresionante,
Javier está acariciando mi cabeza! ha sido de pronto. Estoy
sintiendo el calor de su mano sobre mi cabeza y como se desliza sobre
mi pelo. ¡Y aun sigue! ¡Madre mía, que nervios! No puedo dejar de
sonreír, necesito mirarle. He levantado mi cabeza y tengo una gran
sonrisa en la cara, no la puedo evitar. Javier está a medio metro de
distancia mirándome. Pensé que sonreiría al verme sonreír pero no
ha sido así. Se mantiene serio pero no serio de enfadado, es
simplemente serio y observándome. No se muy bien que es, si el
paisaje, el atardecer, la naturaleza... no sé pero hay algo en su
cara que me vuelve loca. Me pierdo en su mirada, en sus ojos de
color marrón miel, en sus pestañas largas. Me hace gracia su nariz
puntiaguda y como el flequillo despeinado le cae por encima de la
ceja derecha llegando a tapar parte de su ojo. Su boca, que no dice
nada pero parece querer decir mucho. ¡Estoy perdida en él!
¿Pero
qué ha pasado? He parpadeado un instante y de pronto siento los
labios de Javier pegados a los míos ¡Me está besando! Siento el
calor de su boca... ¡No puedo respirar y algo revolotea en mi
estómago! Necesito comprobarlo. Separo mis labios de los suyos y le
miro a los ojos. Me pierdo en su cristalino y nos veo en el abrazados
y besándonos. Un impulso interno me hace recorrer los diez
centímetros que nos separan y devolverle el beso. Siento otra vez
como el aire se corta, como mis ojos se cierran, como sus labios
acarician los míos. ¡Dios, mi primer beso! ¡bendito regalo!
Siempre pensé que me daría asco pero ¡qué confundida estaba! ¡No
quiero que se termine nunca!
Y
sin más, nos hemos separado, nos miramos y nos sonreímos, sin
mediar palabra nos hemos dicho lo mucho que nos ha gustado,
mirándonos. Javier se ha levantado, me da su mano para ayudarme a
levantar del suelo y comenzamos a andar de regreso a casa. Estoy
impresionada.
La
puerta de casa esta muy cerca, Javier se despide de mi y me dice que
quiere verme mañana.
- Mañana vendré a verte a la misma hora.
- Vale- le digo sin poder añadir nada más.
- ¡¡Soñaré contigooo!!- me grita a la vez que sale corriendo por la calle.
¡Qué
impresión! Espero que mamá no note nada. Abro la puerta y allí
está.
- Yoli, te ha retrasado un poco. ¡Anda, sube y recoge tus cacharros! ¡Cómo suba yo, que sepas que los tiro a la basura, te lo juro!
- Pues tíralos mamá, creo que ya no me hacen falta- me sorprendo diciendo a mi madre mientras me pierdo en el olor que encierra mi mano- ¡Huele a Javier! Fin.
(Orgav)
En este relato intento recoger los sentimientos del primer amor. La idea es trasmitir al lector el reflejo del cambio interior que genera, en este caso en la protagonista, pasando de niña a mujer, pese que a vista del resto del mundo siga siendo una niña.
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