Cuando no te vi,
sentí como si parte de mí,
me la arrancaran.
Sentí pararse el corazón.
Latía, pero era un latido diferente,
se preparaba para romperse
en mil pedazos,
se haría ñicos si no te volvía ver.
Cuando no te vi,
el tiempo se me hizo eterno,
quizá fueron pocos minutos
pero para mí empezó a ser una vida,
tu vida, mi vida...
Cuando no te vi,
grité tu nombre.
Mis palabras sonaban ahogadas,
inundadas por lágrimas que nacían,
suicidas, por tí.
Cuando no te vi,
quise creen otra vez
en la humanidad que nos caracteriza,
grité, suplicante, ayuda,
esperando aquel apiadaro corazón
que te trajese a mí.
Y de pronto te vi.
Te vi en sus brazos,
en los brazos más humanos de aquel día,
al menos para mí,
que me entregaban
mi tesoro más preciado,
tú, mi vida.
Cuando te vi,
¡Dios, cuando te vi!
Sentí el corazón activarse,
golpeando con fuerza,
con saña,
confirmando que eras tú.
Tus ojos, tu pelo, tu boca...
todo tu ser volvió a darme la vida hoy.
Cuando te vi,
cuando te tuve en mis brazos,
cuando sentí el calor
de tu cuerpo junto al mío,
estrechados bajo
un nudo de amor innato...
Lloramos.
Lloramos dando gracias a Dios
por volvernos a ver,
porque todo se quedara en eso,
los peores minutos de nuestras vidas.
Y bajo la atenta mirada de humanidad,
lloramos lágrimas agradecidas.
© Orgav
Todos los derechos reservados.
Ilustración con derechos de autor por ©Ilustraciones Orgav
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué es lo que más gustado esta entrada?
Sería un placer contar con tu ayuda para compartir este contenido en las redes social. Muchas gracias por tu apoyo.