Aquella mañana se despertó sin ganas de mucho... Había tenido, una vez más, aquel sueño y aquella sensación que le auguraba cambios. Comprendió que había llegado el momento, que era hora de dejar aquel lugar.
Se despidió de todo lo que allí quedaba. Sabía que ese iba a ser uno de esos viajes que no necesitaban equipaje.
Fuera, el sol hacia brillar su rosada y desnuda piel. Y una suave y cálida brisa arremolinaba, lentamente, las hojas de aquel árbol que, por un tiempo, le había dado cobijo. Las hojas, ahora juguetonas, empezaron a aferrándose a su cuerpo formando un manto y ella, ligera cómo una pluma, levitó entre los árboles de aquel lugar y se dejó llevar, una vez más, por la fuerza del destino...
Relato corto. Los 5 destinos de la vida.
© Orgav (Verónica Orozco García)
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